Recién
fui testigo de una plática en el que el resultado de la misma puso a la
palestra el estatus o cualificación moral de nuestros mal llamados valores.
En
artículos anteriores hemos explicado que los valores antropológicos son tres. Todos
lo demás, llámesele como se le llame, no son más que usos sociales. Y estos tienen
un mayor o menor nivel de apreciación en función de la geografía, época y
cultura de la persona que los defiende.
Los usos sociales son hijos de las circunstancias (tiempo y espacio), pero de ninguna manera deben ser considerados como valores.
Los usos sociales son hijos de las circunstancias (tiempo y espacio), pero de ninguna manera deben ser considerados como valores.
Un
valor, para ser considerado como tal, debe ser válido para todos los seres
humanos sin importar época, idioma, religión o color. Los valores que no pasan este
filtro son usos sociales, más no valores.
Los
valores antropológicos son tres:
La reproducción de la especie;
La reproducción de la especie;
La
conservación de la especie;
La
mejora de la especie.
Por
supuesto que la honestidad (intelectual), la honradez (material), el respeto y
demás atributos que tanto apreciamos, son de vital importancia para las
relaciones humanas, sin embargo estos están sujetos a los matices de la época,
de la geografía, cultura y religión de cada quien.
El
tema, aunque interesante, no es el que nos compete en este momento. En otros
artículos hemos hecho un análisis exhaustivo de los valores, por lo que en este
nos circunscribiremos a la tergiversación que hemos hecho de los mismos, nominando
con la palabra “valores” a los usos sociales, lo que ineluctablemente nos lleva
a cometer un sinfín de errores de juicio.
A
las cosas hay que llamarlas por su nombre, sin embargo, como nada nos aterra
más que la realidad, tergiversamos el uso de las palabras para poder expiar
nuestra conciencia. Sirva para ilustrar lo anterior el siguiente ejemplo:
Le
llamamos Educación a la Instrucción Pública.
La
educación corresponde a los padres y la instrucción pública a los maestros. Los
maestros no educan, instruyen. De tal suerte que terminamos teniendo gente con
carrera, maestría y doctorado, pero sin un gramo de educación, lo que
ineluctablemente los condena al fracaso.
Ejemplos
del cómo hemos tergiversado las palabras hay muchos, sin embargo le pido a mis
dos o tres lectores que en esta ocasión me permitan abordar el tema en otro
artículo para regresar al núcleo de este.
Por
amor o por negocio.
En
una cena integrada por un grupo heterogéneo de hombres y mujeres, grupo en el
cual había dos parejas formales, tres neo-parejas y los demás separados,
solteros o divorciados. En este cenáculo se dio un intercambio dialógico con el más
joven del grupo (Ricardo), el cual ha permanecido soltero y sin pareja en curso.
Un
ejemplo de cómo van cambiando los usos sociales es el hecho de que hace tres
décadas a este hombre que está cerca de los cuarenta, la sociedad femenina lo
hubiese tipificado como apestado y la masculina hubiese dudado de su
masculinidad. Sin embargo hoy que las circunstancias han cambiado y que lo
normal es retrasar la edad en que se da una unión formal, ya sea a través del
matrimonio o de lo que hoy se nomina como neo-pareja, un hombre de su edad es
visto con un atractivo potencial por parte de las mujeres y con algo de enviada
por parte de los hombres…
Qué
cambio: la época y con ella sus formas. En otras palabras, los valores siguen
siendo los mismos, pero los usos sociales cambiaron
A
Ricardo le hemos conocido varios intentos de pareja, no obstante la realidad es
que ninguna de ellas ha logrado retenerlo o a ninguna de ellas ha logrado
retener.
El
problema, según Ricardo, es que ninguna de las candidatas potenciales ha
reunido los requisitos que se necesitan para formalizar una unión, lo cual
obviamente es falso, ya que él es el que consciente o inconscientemente las
escoge con esa carencia de atributos que a la postre le sirven para justificar
su soltería.
En
la cena el intercambio dialógico se centró en él, debido a que en reuniones anteriores
estuvo acompañado de una muchacha hermosa a más no poder. Bello rostro, bella
figura y una sonrisa encantadora, amén de una plática interesante, divertida e
inteligente.
Por
obvias razones las damas del grupo lo cuestionaron por no haberla llevado a la
cena (mujeres al fin). Ricardo vertió mil y un pretextos del porque no. Ninguno
de ellos lógico y plausible. Cierto es que pudo haber dicho que no le interesa
la dama y no dar más explicaciones, sin embargo la forma en que se excusó dejo
ver un tras fondo diferente al que sus palabras enunciaban.
Esta
dicotomía no pasó desapercibida para nadie, no obstante ellos hicieron mutis
mientras que ellas se le fueron a la yugular (al fin mujeres). Al final fueron
tan erráticas sus respuestas y tanto el acoso de ellas que no le quedó otra
opción más que decir la verdad del porque ya no andaba con ella.
Su
respuesta causo estupor en unas e interés en otros (al fin hombres). No
obstante lo que más impacto causo fue un comentario postrer que hizo una de las
señoras que nos acompañaban, tanto porque es madre de dos hijas
como por el hecho de que nadie se esperaba esa respuesta.
La
respuesta franca de Ricardo es que había dejado de andar con ella porque se
enteró que la susodicha trabajaba como dama de compañía. Y se enteró por
casualidad, ya que un conocido de él la había contratado para que lo acompañara
a un viaje de negocios a Europa. Al regreso se reunió con Ricardo a sabiendas
de que éste tenía que viajar próximamente, por lo que la recomendó ampliamente.
Ricardo
llama a la dama en cuestión y cuando esta le contesta reconoce la voz. Comentó
que el estupor y azoro fue tal que se quedó mudo y termino la llamada. Dejo
pasar unos días para investigar y tomar las cosas con calma. Días en que ella
le llama a su teléfono personal, sin que este tome una sola de las llamadas. Al
final la busca y la confronta. Esta reconoce que su trabajo es ese y que en
ocasiones su trabajo contempla algo más que una simple asistencia o compañía.
La
información causo revuelo entre ellas y sumo interés en ellos (al fin hombres).
No obstante hubo un comentario que fue el que más polémica causo.
La comensal arriba mencionada (madre de dos hijas) le dijo a Ricardo lo siguiente:
No
seas idiota. Por lo menos esta cobra. Las demás lo hacemos gratis.
Nos
enamoramos… Si corremos con suerte nos casamos pero al final nunca cobramos.
Por lo menos ella tiene sentido de negocio.
Por lo menos ella tiene sentido de negocio.
Cosa
que ninguna de las que estamos aquí posee.
La
polémica estallo. El más feliz era Ricardo, ya que a partir de ese momento se
le dejo de interpelar. Se mantuvo callado, expectante y atento al devenir del
tema.
Contra
lo que mis escasos lectores puedan suponer, el comentario causo indignación
entre los hombres y azoro entre las mujeres. Cierto que hubo tres de ellas que
se incordiaron ante el comentario, no obstante fueron ellos los que más
agredidos se sintieron y por ende los que respondieron con más acritud.
La
situación hizo que me acordara del filósofo Augusto Comte (1798 – 1857), padre
del Positivismo. Este, al caminar por las calles de París, coincide con una
mujer que camina en sentido contrario al de él por la misma acera, y tan pronto
la ve siente un irrefrenable impulso de gravitar hacia ella. Se acerca, se
presenta, le pregunta su nombre y le pide autorización para acompañarla a donde
vaya.
Esta
se ríe, le cae en gracia la transparencia e ingenuidad del filósofo y le da
juego. Comte empieza a frecuentarla y a hacerse acompañar a todos lados con
ella. En ese andar con Caroline por las calles de la Ciudad Luz, le ven sus
cofrades y amigos, los cuales prestos y solícitos deciden separarlo de ella.
Uno
de ellos investiga sobre ella, los lugares que frecuenta y el lugar donde
trabaja. De inmediato se hace acompañar por Comte. Llegan al Palais Royal, lugar
donde ella ejercía de prostituta, le muestra a Caroline en pleno ejercicio del
oficio y le dice: Vela ahí. Es una prostituta… A lo que Comte responde: Tú vez
una prostituta. Yo veo un ángel.
Lo
demás es historia, se casa con Caroline, duran casados 18 años. Se separan y Comte
ve por ella el resto de su vida. Al Final Caroline termina teniendo una tienda de
libros y se dedica a vender y promover los libros de Comte y de otros
positivistas y filósofos en general.
Los
falsos valores.
Por
supuesto que Ricardo está muy lejos de Auguste Comte, amén de que las
circunstancias de Caroline son distintas a la de Emily. No obstante la
situación que nos presentó Ricardo, así como la respuesta que nuestra compañera
le dio a éste, dieron tema para el debate y la reflexión.
Según
cuenta Ricardo, Emily termino diciéndole que estaba enamorada de él y que
quería casarse con él.
Él
respondió que no tenía dinero suficiente para hacerlo, a lo que ella respondió
que ella pondría el dinero y él todo lo demás.
El
contesto que no y menos si el dinero provenía de su trabajo, a lo que ella
reacciono preguntándole que qué es lo realmente importante para él: ella o el
origen del dinero.
Ricardo
no contesto y ella lo interpelo diciéndole que él no estaba enamorado de ella y
que el tema de su trabajo era un pretexto racional para no comprometerse y
sentirse bien consigo mismo.
Me
queda claro que Ricardo debió limitarse a decir sí o no a la propuesta de
matrimonio, pero no argumentar la ausencia de dinero (lo cual no es cierto), ni
tampoco cuestionar el origen del mismo, ya que al final del día no se quería
casar con ella.
No
vamos a hablar de que si debería casarse o no. El tema no es ese. El núcleo del
asunto es el cómo los falsos valores nos enturbian la mirada y el criterio.
Antes
de que Ricardo se reuniera con su amigo, se le vía en todos lados con Emily y
se le veía muy bien. Tanto que a más de uno de nosotros nos hizo saber que
ahora si estaba cierto de lo que iba a hacer.
Por
otro lado está el hecho de que Ricardo se tiene que mudar del sur al norte de Texas, por
lo que la posibilidad de que el pasado de Emily saliera a la palestra era muy
baja, si es que esto fuera un óbice para él.
Qué
pasaría si Ricardo y Emily hubiesen formalizado su unión, y al tiempo él se
enterara de su pasado. ¿Es razón para dejarla atrás? ¿Es más importante eso
que lo que ella representa?
Ahora
bien, si lo que realmente le importa es ella, porque su pasado debe ser un óbice.
¿Qué
es lo que nos lleva a descalificar al otro de una manera tal que al condenarlo nos condenamos? ¿Por qué somos tan obtusos?
Coprofiloneuronal.
La
gran mayoría de nosotros tenemos un problema coprofiloneuronal (excremento
cerebral). Problema que vamos incrementando en el devenir del tiempo, debido,
principalmente, a que hacemos poco nada de limpieza cerebral.
Recibimos
en el decurso de la vida un cúmulo de conceptos que por deformación (así nos
enseñaron), o por confort (pereza intelectual) o por simple claudicación (miedo
a cambiar), decidimos no cuestionar y jamás pensar.
Estos
rigen todo nuestro devenir aun cuando no estemos conscientes de ello. Lo que debiéramos
hacer es estar en un constante ejercicio de higiene mental. Cuestionándonos
porque creemos lo que creemos. A donde nos lleva ese creer. Que debemos cambiar
y cómo lo debemos cambiar.
Recordemos
que nosotros creemos las cosas no porque sean ciertas, sino porque tenemos una
enorme necesidad de que lo sean… Ya sea por confort, por claudicación o por
evasión de la realidad.
Vivir en una constante higiene mental nos ayudaría a ser mejores personas y a tomar mejores decisiones.
Vivir en una constante higiene mental nos ayudaría a ser mejores personas y a tomar mejores decisiones.
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